1.3.11

Papá, bebé y la noche

El sexto sentido de los hombres aflora cuando uno es padre, eso lo tengo más que comprobado. Las mujeres ya sabemos que lo tienen ahí desde que nacen, cuando son pequeñas lo van poniendo en práctica para ganarse a los padres y que les den todo lo que piden, saben muy bien cuando y como hay que atacar.

Conformen van creciendo lo van agudizando para saber muy bien donde se meten, para conocer las estrategias de los hombres e incluso para pillarles cuando se ponen colonia si nunca en la vida la han usado… por algo será.

Pero su punto más alto es cuando se tiene un niño. La madre está durmiendo e intuye el momento exacto de la madrugada en el que su niño se va a poner a llorar, así que con un rápido movimiento, como gacela en la sabana, mi pequeño se encuentra la cabecita de su madre asomando por el cuco y porque es un zagal, porque tengo claro que si fuera una niña, aunque tenga dos meses ya estaría con los brazos estirados para que la cojan. Una madre intuye cuando tienen hambre, sueño, están malicos y cuando simplemente quieren jugar… pero en esa misma época por primera y última vez aparece el sexto sentido del hombre.

Ese sentido que exclusivamente utilizamos en la noche. Cuando mi mujer intuye que el niño va a llorar lo utiliza para levantarse, pues yo, lo utilizo para dormir más profundamente. Por más que quiera es que no me entero, desde luego que si los hombres fuéramos los encargados de dar de comer en la noche al bebé, el pobre se moriría de hambre. Nuestra única reacción en la noche para trabajar es responder al codazo de mi mujer para que me levante... y ya tiene que ser fuerte.

La verdad es que el zagal ayuda a que uno duerma mejor, cuando te sale bueno es lo que tiene, que mi sueño es más profundo para evitar cualquier sobresalto.



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