12.3.09

85. Pilling preboda

Como dice mi querido Antón Lagunilla, me quedan diez días y de esos bien ajetreados, pero no por la boda, si no por el estrés que tienen los demás por ver que yo no lo tengo. Ando relajado, sin prisa pero sin pausa. A falta tiempo, cansancio y falta de entretenimiento en los ratos libres, más trabajo. Que no me han salido pacientes por la tarde en 2 años y a dos semanas de mi boda a falta de uno, dos y está el patio como para andar rechazando.

Que creo que he nacido para esto, porque ahora me veo bien, tranquilo o como diría mi santa madre, tranquilazo, que no es lo mismo. Como que me da igual, que no hay que agobiarse, hay que disfrutarlo, consejo sabio de todos mis predecesores y que por sus caras poco pudieron disfrutar, así que me he comprometido a disfrutarlo, pero desde ya mismo.

Con lo que uno más pierde tiempo es con las pijadicas, sobre todo cuando una madre te manda a la esteticista para hacerme un pilling facial de esos, pero que dolor y ¿ahí van todas las mujeres?… Que si primero una crema, luego otra que raspa, una máquina con cuchillitas, vapor y luego ahí, al ataque despiadado de las espinillas. Que no se le escapara ninguna, porque con el mal rato que pasé, como para quedarse dentro. Para acabar una mascarilla, menos mal que no había un espejo para mirarme, porque igual salía corriendo, eso si, cuando me dijo de afeitarme el entrecejo… no te pases, que mariconadas las justas.

Que me quedan diez días, pero mi cara suavecita como el culo de un bebé ya la tengo, para que estresarse.

3.3.09

84. Liverpool

Quién me iba decir a mi que acabaría en Liverpool de despedida despues de una trama bien trenzada y que aun tras múltiples cagadas, solo me di cuenta de mi viaje a tierras británicas una vez ya en el aeropuerto.

Empezamos con unas buenas cañas en la plaza de las flores, con unos caballitos y encamaos del Fenix, para acabar con unos pastelicos de carne con sesos del Zaher, de esos que están para perder el conocimiento y así, acabar en un bus dirección San Javier y con un transbordo en la ribera acabar en coche hasta el aeropuerto, rumbo a Liverpool.

Uno en su despedida se lo pasa bien donde sea, pero cuando encima vas a culturizarte a un lugar que nunca has visitado, estás ansioso por lo que te vas a encontrar y sin duda acompañado de los buenos amigos, sabes que todo va a ser diferente, especial e inolvidable. Así ha sido.

Los momentos despedida me los guardaré para mi, pero no puedo dejar pasar la oportunidad de poner algunas fotillos hechas con mi cámara y con mi flojilla vista fotográfica. Os dejo un montajillo.

Se me olvidaba, gracias por hacer este fin de semana único y llevarme a conocer The Cavern, mítico pub donde vieron nacer a The Beatles, aunque fuera de rebote.