31.7.13

Locura vacacional

Cuando llegan las vacaciones de verano, son como el año nuevo, un cultivo de promesas aunque menos sanas. Si para el 1 de enero prometí ponerme a régimen, para estas vacaciones me propuse ponerme en forma para septiembre.

Me vine a la playa con la bici para intentar salir más de lo normal en los huecos estivales que me dejen los dos zagales y la señora, que eso suele ser más complicado en invierno y que en verano parece que todo se simplifica y entre abuelos, tíos y toda persona que se ofrezca, uno puede dejar a un lado los deberes parentales y ponerse el casco por montera para salir en busca de rutas playeras para la mountain bike. 

La bici no es rara para mí, lo que es una locura es que de vez  en  cuando, con el calor y el ansia de hacer más ejercicio me dan locuras transitorias y me pase al deporte extremo... extremadamente aburrido y extremadamente cansino, correr.

El otro día tuve un cortocircuito en mi cabeza, de repente me vi con las deportivas Nike que me compré hace años por si me daba por correr puestas en mis pies, mi camiseta transpirable y los auriculares  con las primeras notas musicales sonando, solo me faltaba el brazalete que se ha puesto de moda donde se pone el móvil. 


Ahí estaba enfilando los primeros metros hacia el paseo a un ritmo desenfrenado como si estuvieran regalando detallicos a pie de playa, como en unas buenas fiestas de primavera, no me quería quedar sin el mío. El desparpajo me duró unos 200 metros, desde ese momento empecé a pensar que coño hacía corriendo y ¡solo!  ¿Pero no es de cobardes?, pero no paré, algo me decía que esto era como el tabaco, el primer cigarro marea pero al final es una pasada. El pensamiento me duró unos 500 metros más y desde ese momento hasta que decidí parar solo pensaba en la magnífica ocurrencia que había tenido esa tarde, para premio Nobel. 


Hace dos días que corrí exactamente 12 minutos y todavía tengo unas agujetas en los cuadriceps que hacen que subir los 14 escalones de la casa de la playa se conviertan en el purgatorio del idiota que un día decidió salir a correr, pero  lo volveré a intentar, nunca se sabe, algo tiene que tener cuando  ves  a tantos corredores a diario, igual es que al final del paseo hay una marmita de oro, si la encuentro a partir de hoy que empiezan mis vacaciones, os lo contaré...



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