14.1.08

17. Momentos ascensor

No hay cosa que me dé más rabia todos los días que subirme a un ascensor, y no porque padezca claustrofobia si no por quién se sube conmigo.

No es que yo sea una persona antisocial, ni tampoco que sienta miedo cada vez que subo en un ascensor con alguien, pues la mayoría de las veces es acompañado de vecinos que al fin y al cabo los conoces. Es porque en la mayoría de las veces no sabes que decir.

Se convierten en segundos eternos, porque no me sale nada por mi boca, algo realmente difícil que pase mí si tenemos en cuenta que no me callo ni debajo del agua. Y además nunca tienes la certeza de que quieran que les hables y por eso se me crean esos segundos de mirar al techo, al espejo o donde haga falta.

Pero al final termino siempre por soltar alguna frase sobre un tema al que todos solemos recurrir cuando no sabemos que decir, el tiempo. Ya sea verano, invierno, primavera o otoño suelo comentarle al compañero de viaje algunas frases como “que buen día hace…” o “menudo día de viento…” y como esas, un largo número de frases sobre el tiempo para esos momentos de ascensor y gracias a Dios, ahora suben los pisos más rápidos que en tiempos pasados y como mucho da tiempo a soltar una frase porque si no me las vería y desearía para poder decir algo más.

El otro gran momento es cuando subes con niños, es el momento en el que recurres a los estudios, comenzamos por “¿qué estudias?” “¿Y dónde?” Y cómo sea en el mismo instituto en el que yo fui, pues ya rematas la faena con ¿quién te da clase? No vaya a ser que alguno todavía esté por allí impartiendo esas míticas clases, aunque cuando van a responderte… ya has llegado al piso y el se ha quedado pensando ¿por qué mi vecino me pregunta todas esas cosas?

Y ellos no saben, aunque se lo podrán imaginar, que la mayoría de las veces no escuchamos la respuesta porque día tras día llevo haciendo las mismas preguntas desde que empezó el colegio hasta seguramente la Universidad.

Y por último, cuando te toca subir con una pareja, van comentando sus cosas y entonces me dedico a mirar al suelo, como si no estuviera prestando atención a su conversación pero eso algo realmente imposible en dos metros cuadrados. Así que hay que hacer lo que algunos hacen o más bien como yo hago cuando soy el de la pareja, comenzar a hablar en código que incluso no me entero ni yo de lo que hablo.

Así que como me incomodan tanto esas situaciones, he decidido que cada vez que pueda subiré solo, o correré un poquillo más por si viene alguien por detrás o disimulo como si hiciera algo para subir más tarde o a las malas, subo los cuatro pisos para llegar a mi casa andando… para hacer deporte.

2 comentarios:

Antonio Rentero dijo...

Yo ya nunca puedo subirme a un ascensor con otra persona (especialmente si es un desconocido) sin acordarme del chiste de mahn (ver blog "nohalugar.blogspot.com").

Suben 2 a un ascensor y se oye un cuesco. A los pocos segundos un hedor insoportable llena el espacio. Uno de ellos señala con el dedo la cara del otro. Este se defiende.

-Oiga, que yo no he sido.

El otro responde, mientras primero se señala a si mismo y termina señalando de nuevo al otro:

-He sido yo, pero es PARA TÍ.

El Circulo de Mauri dijo...

A partir de ahora me pasará a mi lo mismo después de contármelo tú, en el ascensor tendré que subir solo aunque reconozco que ya lo hacía pero ahora seguro que si, paso de que me tachen por loco cuando suelte mis primeras risas y comience el acompañante a pensar que mis sonrisas son a causa de él.

Pero debo reconocer que puede ser otro buen tema para 30 segundos de ascensor, cuando uno no sabe que decir, solo bastará con expulsar unos pocos gases, cómo mínimo alguien dirá ¡que olor más raro! Y ya tenemos una conversación de besugo.