37. Fin de fiestas

Después de una semana de morcillicas, salchichas, longanizas, tocinos, montaditos de lomo, sobradas, los platicos de zarangollo, de ensalada murciana, los michirones, platos de arroz, olla de cerdo, sobrasadas con queso, paparajotes, matasuegras, natillas, arroces con leche, pataticas asadas o las cocidas con ajo, café de puchero… en las barracas, ¿quién coño quiere trabajar? Si no me puedo mover.

Después de un entierro y el bando de nuestras fiestas de primavera ¿quién va a tener ganas de moverse del sillón? Necesito reponer fuerzas. Tanto balón, juguetitos por los aires, brasileñas en movimiento ( zagalico incluido tocando el culo a una de las mujeres sudamericanas que no paraba de mover las caderas. Se lo tocó no una, ni dos, si no tres veces. ¡Como ha aprendido el chiquillo de diez años rápido! Doy fe de ello, lo vi por la tele en directo) y la boda de un muy buen amigo donde tuve el privilegio de leer, han acabado conmigo.

Y además, muy bien por la sardina de este año. Toda una maravilla sobre su catafalco y esperando a ser quemada la madrugada del domingo a ritmo de el himno sardinero cantado por el grupo de festeros incondicionales en estas fechas. Para culminar un gran castillo de fuegos artificiales, luego vendrá un valenciano y dirá eso de que en las fallas los habrá mejores, pero que queréis que os diga, como el de este año pocos, porque realmente fueron unos 15 minutos apasionantes.

Y por no hablar de esos aperitivitos en la plaza de las flores a base de marineras, encamados, matrimonios, caballitos, muslitos, tigres, jamoncitos, tomate partío con bonito, pulgas de embutido, atún o cebolla frita, de queso fresco con anchoas, los platicos de magra, los tintos de verano o la omnipresente en todas las celebraciones, cervecitas frescas por doquier.

Ya se han acabado las fiestas y las vacaciones para muchos, solo esperar a que pongan “los huertos” en septiembre y otra vez a comer morcillicas, salchichas, longanizas…